Hoy se celebra el día del idioma de habla inglesa y española, les comparto algunas reflexiones halladas en mi blog, para sumarme a este bello homenaje a nuestra palabra identificada en el lenguaje que nos une:
Lenguaje desde el mensaje
El lenguaje una herramienta fascinante para hacerse entender y conocer a otros en su contexto.
El mensaje educa cuando el lenguaje habla de la cosmovisión de los pueblos.
Lenguaje desde lo social
Los adultos mayores y el significado de sus palabras, desde la experiencia que dice y desde la acción que escucha.
Lenguaje, un ir y venir de palabras, un acto de compartir conocimiento, y más aún en aquellos que han vivido un poco más y cuentan sus experiencias llenas de anécdotas y nostalgia por la palabra dicha.
Compartir la palabra
Cuando tengo el privilegio de ser escuchada, en un mundo donde la palabra ya no es trascendente sino los hechos.
Cuando se aprende a escuchar, el mensaje llega desde la percepción y no desde lo supuesto.
Lenguaje y comunicación
Construir espacios narrativos desde la escuela
Un gran reto motivar en los estudiantes el acto de leer y escribir desde el gusto y no desde la imposición de aula, que en su gran mayoría ven la escritura desde las palabras del docente y no desde las acciones lingüísticas de ellos.
¿Cómo motivar la creación de palabra en los estudiantes? creo yo, que desde la libertad que produce la fascinación por las letras.
Cuando la palabra no es mía sino de ellos
Desde mi experiencia como docente de Primaria, Básica y Media, los alumnos en su gran mayoría detestan los textos impuestos, puesto que no se identifican con ellos, muchas veces muy ladrillos, otras veces muy técnicos, en otras ocasiones con ausencia de significado para ellos. Entonces ¿Cómo romper la barrera del lenguaje dado?, mi propuesta es desde el dialogo, desde la indagación, y porque no desde la interacción de lo que se lee y se escribe en ambas partes, o sea construir lenguaje mediado por los gustos, de docentes y estudiantes.
Entrega de la palabra
En búsqueda del significado
Quien habla tiene el poder del discurso, pero quien escucha tiene el poder del significado. Por ende la palabra recobra vida dependiendo del interlocutor. Por consiguiente este es el placer que ofrece la palabra, la libre interpretación.