UNA MIRADA DESDE LA MUJER QUE SOY Y DESDE EL CONOCIMIENTO DE LA CULTURA INDÍGENA EMBERA.
- Ana Maria Unda R
- 8 jul 2020
- 3 Min. de lectura
¡NO A LA VIOLENCIA DE GÉNERO DE NIÑAS Y MUJERES¡
Por: Ana Maria Unda Rocha
Cuando me enteré de la violación de la niña indígena de la etnia Embera Katio por parte de 7 militares del Ejército Nacional, en el municipio de Pueblo Rico y del Resguardo allí ubicado (no se especifica vereda y resguardo en medios de comunicación puesto que allí hay dos Resguardos: el Embera Chamí Unificado y El Gitó Dokabu), mi dolor fue inmenso primero desde la mujer que soy , desde el respeto por la diversidad cultural y desde el afecto personal a esta etnia con la cual he tenido contacto y trabajo profesional, (quienes me han abierto la puertas de su territorio y la posibilidad de interactuar con ellos).
La inclusión tiene sentido si hay equidad, pero los pueblos indígenas en Colombia siguen viviendo en pobreza extrema, puesto que no tiene los derechos humanos básicos satisfechos, entre ellos saneamiento básico ( como acueducto y alcantarillado)ni acceso al servicio de salud oportuno , cuando el puesto de salud más cercano está a 3 horas de camino, asimismo cuando la desnutrición se pasea como “Pedro por su casa”, con la mirada y acciones alcahuetas del Estado como son los subsidios de Familias en Acción que entre más hijos se tengan más subsidio se da; promoviendo la escasez y el aumento de niños y niñas sin buenas expectativas de calidad de vida. A esta radiografía tan grave no escapan los
Chamí
y Katíos de Risaralda ubicados en los resguardos oficiales reconocidos por el Ministerio Interior en los municipios de (Pueblo Rico, Mistrató, y Marsella).
La niñas y mujeres indígenas de esta etnia dentro de su territorio, gobierno y cultura son frecuentemente violentadas desde la visión occidental; pues como admitir que se casen desde los 14 años y tengan hijos hasta su edad reproductiva (está prohibido la planificación familiar), son ellas las que cargan lecha, mercados y hasta los hijos en su espalda, y que decir de sus educación las niñas mayores van a estudiar hasta los 12 años puesto que ellas se encargan de cuidar sus hermanitos menores mientras sus padres trabajan en el campo. Gracias a los esfuerzos de la Naciones Unidas y del Gobierno Nacional a través del ICBF y el Ministerio de Salud prácticas como la ablación a las recién nacidas por sus parteras ya está controlada y casi está extinguida.
Sin embargo es de aplaudir que ella tiene espacios en su gobierno, teniendo voz y voto, y también son elegidas, ha habido gobernadoras indígenas, lideresas de sus veredas, además han representado a su etnia en Concejos Municipales de Mistrató, Marsella y Pueblo Rico. Una gama de situaciones que muestran las realidades de las niñas y mujeres indígenas de Risaralda.
Los abusos, maltratos y violaciones a cualquier niña y mujer sean de la raza, etnia y cultura que sea, siempre se debe combatir desde los principios de convivencia y legalidad, desde sus gobiernos y desde la justicia nacional, cuando los hombre solo ven como objeto de placer, diversión, y reproducción en escala a las mujeres solo queda, el repudio a actos tan viles y degradantes como lo que está viviendo la niña Embera, violentada desde su ser y desde su género sin piedad y respeto por su dignidad de niña.
Por ende desde estas líneas solo queda decir que las niñas y las mujeres no aguantan más tantas atrocidades a su género a través de una sexualidad absurda, enfermiza y abusiva de los hombre, y a espaldas de una sociedad que mira, calla y solo reacciona en situaciones atroces, como lo sucedido a la niña Embera Katio de Pueblo Rico Risaralda.
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