Mi Amigo de cuatro patas: “Un encuentro de amor”
- Ana Maria Unda R
- 17 ago 2020
- 2 Min. de lectura
El hoy de mi amigo de cuatro patas (Mono) es ideal vive con amor; tiene (alimento, salud, cama, recreación y afecto), y qué decir de mí; entre sus constantes miradas, movidas de cola, suspiros y el estar ahí en su silencio, me han hecho una mejor persona, puesto que la acción cotidiana está entre sus gustos y los míos, me he desprendido de mi ser para darle lo mejor, ya que él lo hace desde su ser incondicional.
Pero la vida de Mono ha cambiado; un día el llego a mi sitio de trabajo (Sede educativa San Juan) Municipio de Quinchía Risaralda, desgarbado, flaco, maloliente, en busca ansiosa de un pedazo de pan o de algo que saciara su hambre. Al verlo pensé que pesar de este perrito otro tirado al abandono, a la indiferencia de los humanos que en el “corre corre” diario olvidan el servir, y con una postura egoísta creen que este planeta solo pertenece a ellos, olvidando que Dios es generoso y lo hizo para muchas especies, entre ellos los perros.
Entre encuentros fortuitos y necesarios él y yo nos miramos y comprendimos que era necesario entablar una relación mediada por el amor, que produce risas, caminatas, abrigo, anécdotas, saber del otro y me enteré que él tuvo casa al nacer, que hasta pagaron 100 pesos por él. Pero entonces ¿qué pasó?, ¿por qué terminó en el abandono?
Son respuestas que he ido hallando: “profe no le gustaba quedarse en la casa se iba, llegaba todo sucio y la realidad yo quiero un perro que cuide, además que siempre esté aquí, por eso un día no le abrí la puerta más”, manifestó la señora dueña, y desde ese momento “cien mil” como lo llaman en la vereda quedó en la calle del abandono.
Sin embargo en su postura de perro “cien mil” volvía y volvía a la puerta y no hallaba respuesta oportuna, entonces comenzó a deambular por varias fincas de San Juan a buscar comida y lo más importante afecto, pero lo que encontraba le agravaba su situación; en una casa; una señora lo amarraban al sol y agua para que cuidara y se pusiera bravo, eso manifestó uno de mis estudiantes.
Ya terminando el año escolar 2018 (doña Ensueño) me dijo: “profe el perro siempre viene a las 7 de la mañana a ver si usted llega en el recorrido, espere que no demora en aparecer” y cuál fue mi sorpresa que así fue. Entonces ese día entendí que no debía aplazar más nuestro caminar juntos y con la ayuda de la rectora de la institución (Ruth) lo subimos al recorrido y desde ese momento el acompaña mi vida y yo la suya.
Ya conocen el hoy de esta historia, solo queda por decir: ¡gracias Dios por la bendición que es Mono en mi vida y por este encuentro de amor¡
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